Viernes Santo
Viernes Santo de la Pasión del Señor; “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”
El Viernes Santo es una de las principales celebraciones litúrgicas dentro de la Semana Santa. Este día se conmemora la Muerte de Jesús de Nazaret. Se guarda un riguroso luto y siguiendo el calendario litúrgico católico no se celebra misa, ni el viernes ni el sábado sino un rito de oración, a través de la veneración de la Cruz.
30 DE MARZO
Es el único día del año en que no se celebra la Eucaristía para expresar el luto de la iglesia. Junto a las ceremonias que tienen lugar en los templos, se conmemora el Viernes Santo con el rezo del Vía crucis, literalmente el camino de la cruz, donde a través de catorce estaciones se rememoran los pasos de Jesús camino a su muerte.
Aparte de la celebración del Vía Crucis, en muchos lugares del mundo se realiza un momento de oración llamado las 7 palabras, en donde se recuerdan pasajes bíblicos que hablan de los últimos momentos de la vida de Jesús, desde que lo juzga el Sanedrín y recibe la bofetada, hasta que muere en la cruz después de pronunciar su última palabra.
Litúrgicamente; los oficios del día se suelen celebrar por la tarde; se conmemora de manera sobria y solemne la Pasión de Cristo. No hay ningún canto durante la celebración, salvo durante la adoración de la cruz. Los sacerdotes celebrantes entran en silencio y se arrodillan delante del Altar, junto con todos los fieles.
El color característico de esta celebración es el rojo, al igual que en el Domingo de Ramos. Se recuerda solemnemente la muerte del Señor a través del pasaje bíblico de la Pasión en el evangelio según San Juan.
En esta lectura participan varias personas, ya que el sacerdote hace de las veces de Jesús, hay un narrador y las personas que aparecen en la narración. Se informa a todos los asistentes de lo que se va a ir realizando a lo largo de ésta celebración.
Luego tienen lugar las peticiones, hechas en este día de manera solemne por la Iglesia, el Papa, los clérigos y fieles. Después tiene lugar la veneración del Árbol de la Cruz, en la cual se descubre en tres etapas la cruz para la veneración de todos.
El sacerdote entra a la iglesia con la cruz cubierta con un lienzo junto con unos cirios y a medida que va avanzando la va destapando, de modo que al llegar al Altar queda totalmente descubierta.
A continuación los sacerdotes besan la cruz y después todos los fieles. Terminada esta parte, se coloca un mantel en el Altar y se procede a distribuir la Comunión a los fieles con las ostias reservadas en el Sagrario. La celebración culmina sin impartirse la bendición, al igual que en el día anterior.
Se nos invita a esperar junto a María la llegada de la Resurrección del Señor. Mientras esperamos este gran acontecimiento, debemos permanecer en un ambiente de profundo silencio, reflexión y meditación sobre lo ocurrido.