San Esteban - Encuentro con tu ángel

San Esteban

Esteban el Joven, Santo

28 DE NOVIEMBRE

Esteban. Del griego coronado de laurel.
San Esteban el joven, uno de los más famosos mártires de la persecución iconoclasta, nació en Constantinopla.
Cuando tenía quince años, sus padres, le confiaron a los monjes del antiguo monasterio de San Auxencio, cerca de Calcedonia.
El oficio del joven consistía en comprar las provisiones. Cuando murió el Egúmeno (Abad) Juan, Esteban fue elegido para sucederle.
El monasterio consistía en una serie de celdas aisladas, desperdigadas en la montaña. El nuevo abad se estableció en una cueva de la cumbre. Ahí unió el trabajo a la oración: se ocupaba en copiar antiguos libros.

El emperador Constantino V, continuó la guerra que su padre, León III, había declarado a las imágenes.
Como era de esperar, encontró entre los monjes la oposición más fuerte y contra ellos tomó las medidas más rigurosas, Como estaba al tanto de la gran influencia de Esteban, el emperador se esforzaba sin éxito alguno para que firmara el decreto promulgado por los obispos iconoclastas en el sínodo de Hiera del año 753 (Sínodo Ilegitimo por ser convocado por el Emperador y no por el Papa).

Al no firmar el decreto Esteban fue llevado preso en un navío a un monasterio de Crisópolis, donde fue sometido a juicio.
Al principio, lo trataron amablemente, pero después empezaron a maltratarlo con brutalidad. El santo les preguntó cómo se atrevían a calificar de ecuménico un concilio que no había sido aprobado por los obispos, y defendió tenazmente la veneración de las sagradas imágenes. Por ello, fue desterrado a la isla de Proconeso.

Dos años más tarde, Constantino Coprónimo mandó que fuese trasladado a una prisión de Constantinopla.
Unos cuantos días después, el santo compareció ante el emperador. Este le preguntó si creía que pisotear una imagen era lo mismo que pisotear a Cristo.
Esteban replicó: «Ciertamente que no». Pero en seguida, tomando una moneda, preguntó qué castigo merecía el que pisoteara la imagen del emperador que había en ella.

La sola idea de ese crimen provocó gran indignación. Entonces Esteban preguntó: «¿De modo que es un crimen enorme insultar la imagen del rey de la tierra y no lo es arrojar al fuego las imágenes del Rey del cielo?».
Las respuestas del monje sacudieron a Coprónimo y desataron su ira, lo condenó a ser azotado; sin embargo, sin que diera la orden el emperador, San Esteban fue asesina o por un grupo de oficiales en el palacio de Constantinopla.