Santa Liduvina
Santa Liduvina, Paciente enferma crónica
14 DE ABRIL
Liduvina de origen germánico «gente amigable».
Nació en Schiedam, Holanda, en 1380. De familia muy pobre, su padre se llamó Pedro y su madre Petronila; a los cuales después de haber tenido ocho hijos varones, les nació Liduvina.
A los quince años comenzó su historia de dolor al sufrir un accidente en el hielo del lago Schie donde patinaba con sus amigas, al producirse un choque con una de ellas; se rompió una costilla y entró en cama para no levantarse más.
La herida se le infectó, le salieron llagas, úlceras, que agravaron su enfermedad terminando en gangrena con gusanos y mucho dolor. Sus piernas ya no le sostuvieron. Continuos vómitos, jaquecas, fiebre intermitente y dolores por todo el cuerpo la martirizaron todos los días.
En ninguna posición podía descansar. La altísima fiebre le producía una sed insaciable. Los médicos declararon una enfermedad incurable. Liduvina se desesperaba en esa cama inmóvil. Cuando oía a sus compañeras correr y reír, se ponía a llorar.
Un día, conoció al Padre Pott, nuevo párroco de la iglesia que estaba cerca de su casa; quien colocó en frente de la cama de Liduvina un crucifijo, pidiéndole que de vez en cuando mirara a Jesús crucificado, se comparara con El y pensara que si Cristo sufrió tanto, debe ser que el sufrimiento lleva a la santidad.
Liduvina descubrió que su «vocación» era ofrecer sus padecimientos por la conversión de los pecadores. Se dedicó a la meditación de la Pasión y Muerte de Jesús. Le aparecieron estigmas en los pies y en las manos.
Entendió la dulzura de mezclar su dolor con el dolor de Dios. Dijo que la Sagrada Comunión y la meditación en la Pasión de Jesús eran las dos fuentes que le concedían valor, alegría y paz.
La enfermedad fue invadiendo todo su cuerpo. Liduvina perdió la vista por un ojo y el otro se le volvió tan sensible a la luz que no soportaba el reflejo de la llama de una vela. Estaba completamente paralizada y solamente podía mover un poco el brazo izquierdo.
Recibió de Dios los dones de anunciar el futuro a muchas personas y de curar a numerosos enfermos, orando por ellos. A los 12 años de estar sufriendo por su enfermedad empezó a tener éxtasis y visiones en las que conversaba con Dios, con la Sma. Virgen y con su Ángel de la Guarda.
Siete años antes de su muerte Liduvina no comió ni bebió; solo se alimento de la sagrada eucaristía. En los últimos siete meses de su vida; no pudo dormir ni siquiera una hora a causa de sus tremendos dolores; pero no cesó de elevar su oración a Dios.
La última petición que le hizo al médico antes de morir fue que su casa la convirtieran en hospital para pobres. Santa Liduvina murió el 14 de abril de 1433, día de Pascua de Resurrección poco antes de las tres de la tarde y después de 38 años de enfermedad.