El Perdón - Encuentro con tu ángel

El Perdón

El perdón

En encuentro con tu ángel hemos reconocido la gran necesidad que tenemos, como hijos de Dios, de entender el perdón. Y algo que nos debe quedar muy claro, en primer lugar, es que el autor del perdón es Dios. Ahí comienza el sincero, genuino y tan necesario y saludable perdón. Y es por ello que hoy hablaremos del perdón de Dios, del perdón a nuestro prójimo y del pedir perdón a quien hemos ofendido.

El perdón es como una especie de prisma que tiene varios ángulos. El primero es entender que el perdón de Dios de nuestros pecados es lo que da inicio a la vida espiritual de una persona. En el momento en el que nosotros somos conscientes de lo que Jesús hizo por nosotros en la Cruz y le pedimos perdón por todos nuestros pecados, es en ese momento cuando entramos a formar parte de la familia de Dios; esto es a lo que le podríamos llamar el gran perdón. El día en el que cada persona se pone a cuentas con Dios a través del sacramento de la reconciliación.

El perdón, aunque es un regalo de parte de Dios, cada uno en lo personal y de forma individual lo tiene que ir a aceptar. El Apóstol Pedro define esto de una forma muy clara y amorosa en el libro de Hechos 3:19. “Así que arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados. Para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio”.

Esto es muy importante recalcarlo, porque cada miembro de la Iglesia debe ubicar con plena claridad el día en el que se paró delante de Dios y reconoció su estado de pecador perdido. Que aceptó el precioso pago de Jesucristo en la Cruz y que tiene la evidencia de una vida transformada.

Otro ángulo del Perdón es cuando nuestro Señor Jesucristo nos invita en la oración del Padre Nuestro a pedirle perdón a Dios de una manera diaria, ya como hijos de Dios, en el que el creyente aprende a enfrentar su pecaminosidad y su debilidad diaria para tener una buena comunión con Dios. Que Dios siga perdonando nuestros pecados no como prófugos de la justicia divina, sino que nuestro pecado sea tratado como un asunto familiar. De esta manera la vida religiosa la podemos definir como una vida de continuo arrepentimiento, que es lo que ilustró Jesús lavándole los pies a sus discípulos en la última cena al decirles en Juan 13:10: Ustedes ya están limpios, y el que está bañado solo necesita lavarse los pies”.

De esta manera otro ángulo del perdón es que una persona perdonada debe ser una persona perdonadora. Que una de las claras señales de una persona que ha aceptado el perdón de sus pecados, es que descubre en sí misma un espíritu perdonador, que es el espíritu de Dios. Que se goza en perdonar. “Perdona nuestros pecados así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”, dice el Padre Nuestro.

Obviamente el Espíritu de Dios no se regocija en vivir en una vida de rencor, de resentimiento, de enojo, críticas, pleitos, etc. Y en la medida en la que nosotros toleramos estás características incongruentes en la vida de un católico, todos los beneficios de la presencia de Dios en una vida se pierden, si nosotros de una manera deliberada toleramos cualquier pecado en nuestras vidas. Y como dice el Apóstol Pablo: Antes bien ser benignos, misericordiosos, perdonando sus pecados unos a otros en Cristo.

El perdón es el aceite de las relaciones humanas, el perdón es lo púnico que permite que las familias avancen, que los matrimonios avancen, que las amistades avancen, que las iglesias avancen. El perdón es lo que muestra la salud o la falta de salud espiritual en una persona.

Sin embargo, todo lo que hemos hablado del perdón, que es un regalo, que Dios perdona y olvida todo si fuimos a él en genuino arrepentimiento, no significa que el pecado no nos traerá consecuencias. Tenemos como ejemplo al Rey David, que aunque Dios lo perdonó él tuvo que pagar lo destructivo de su pecado durante toda su vida Definitivamente nuestras acciones tienen consecuencias y estos se los debemos recordar a nuestros hijos y reconocerlo nosotros mismos. El perdón nos regresa a una buena comunión con Dios, pero debemos ser muy temerosos del pecado. Y algo muy importante que nos debe alentar es que es Dios quien administra las consecuencias, y que él no nos castiga como realmente mereceríamos.

Otro ángulo del perdón es cómo pedir perdón, porque tan importante es el otorgar el perdón como pedir perdón a quien hemos ofendido. Reconocer que necesitamos buscar que nos perdonen, y más aquellas personas cercanas a nosotros. Nuestras parejas, nuestros hijos, nuestros amigos, nuestros compañeros de trabajo, nuestros vecinos. Cuando nosotros vemos la necesidad de pedirle perdón a alguien por haber hecho algo malo contra ellos, debemos tener en mente que si el daño es debido a una deuda que no hemos pagado, algo que hemos tomado sin consentimiento o un daño material que involucre una pérdida o perjuicio al patrimonio de una persona, este pedir perdón debe ir acompañado de la genuino interés de resarcir la deuda material.

Y esto es un resumen de lo que consideramos más importante mencionar acerca del perdón, pero como siempre solicitamos su amable colaboración para escuchar qué opina usted acerca del perdón de Dios, o del perdón al prójimo, o del pedir perdón a quienes hemos ofendido. Llámenos y compártanos su testimonio.