Lectura del día 09 de Noviembre 2020
Lectura del día 09 de Noviembre 2020
1ª lectura: Vi agua que manaba del templo, y habrá vida allí donde llegue el torrente
Lectura de la profecía de Ezequiel 47, 1-2. 8-9. 12
En aquellos días, el ángel me hizo volver a la entrada del templo del Señor.
De debajo del umbral del templo corría agua hacia el este – el templo miraba al este -. El agua bajaba
por el lado derecho del templo, al sur del altar. Me hizo salir por el pórtico septentrional y me llevó por
fuera hasta el pórtico exterior que mira al este. El agua corría por el lado derecho.
Me dijo:
«Estas aguas fluyen hacia la zona oriental, descienden hacia la estepa y desembocan en el mar de Sal.
Cuando hayan entrado en él, sus aguas serán saneadas. Todo ser viviente que se agita, allí donde desemboque
la corriente, tendrá vida; y habrá peces en abundancia. Porque apenas estas aguas hayan llegado hasta allí,
habrán saneado el mar y habrá vida allí donde llegue el torrente. En ambas riberas del torrente crecerá toda
clase de árboles frutales; no se marchitarán sus hojas ni se acabarán sus frutos; darán nuevos frutos cada mes,
porque las aguas del torrente que fluyen del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales».
Salmo: Sal 45, 2-3. 5-6. 8-9
R. Un río y sus canales alegran la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada.
Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar. R.
Un río y sus canales alegran la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora. R.
El Señor del universo está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra. R.
Aleluya 2 Crón 7, 16a
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
He elegido y santificado este templo – dice el Señor –
Para que mi Nombre esté en él eternamente. R.
Evangelio: Hablaba del templo de su cuerpo
Lectura del santo Evangelio según san Juan 2, 13-22
Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores
de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a
todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a
los que vendían palomas les dijo:
«Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre».
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora». Entonces intervinieron
los judíos y le preguntaron:
«¿Qué signos nos muestras para obrar así?». Jesús contestó:
«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré». Los judíos replicaron:
«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?».
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se
acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.