Lectura del día 29 Abril 2017
Lectura del día 29 Abril 2017
1ª lectura: La sangre de Jesús nos limpia de todo pecado
Lectura de la primera carta del Apóstol san Juan 1, 5-2, 2
Queridos hermanos:
Este es el mensaje que hemos oído a Jesucristo y que os anunciamos: Dios es luz y en él no hay tiniebla alguna.
Si decimos que estamos en comunión con él y vivimos en las tinieblas, mentimos y no obramos la verdad. Pero, si
caminamos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos en comunión unos con otros, y la sangre
de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado. Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y la verdad no
está en nosotros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos
limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y su palabra no está en
nosotros.
Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el
Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino
también por los del mundo entero.
Salmo: Sal 102, 1-2. 3-4. 8-9. 13-14. 17-18a
R. Bendice, alma mía, al Señor.
Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. R.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.
No está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo. R.
Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por los que lo temen; porque él conoce
nuestra masa, se acuerda de que somos barro. R.
La misericordia del Señor
dura desde siempre y por siempre, para aquellos que lo temen;
su justicia pasa de hijos a nietos, para los que guardan la alianza. R.
Evangelio: Has escondido estas cosas a los sabios y las has revelado a los pequeños
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 25-30
En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos
y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al
Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre
vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para
vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».