Lectura del día 30 de Mayo 2018 - Encuentro con tu ángel

Lectura del día 30 de Mayo 2018

Lectura del día 30 de Mayo 2018

1ª lectura: Fuisteis liberados con una sangre preciosa, como la de un cordero sin mancha, Cristo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 1, 18-25

Queridos hermanos:
Ya sabéis que fuisteis liberados de vuestra conducta inútil, heredada de vuestros padres, pero no con
algo corruptible, con oro o plata, sino con una sangre preciosa, como la de un cordero sin defecto y sin
mancha, Cristo, previsto ya antes de la creación del mundo y manifestado en los últimos tiempos por vosotros,
que, por medio de él, creéis en Dios, que lo resucitó de entre los muertos y le dio gloria, de manera que
vuestra fe y vuestra esperanza estén puestas en Dios. Ya que habéis purificado vuestras almas por la
obediencia a la verdad hasta amaros unos a otros como hermanos, amaos de corazón unos a otros con
una entrega total, pues habéis sido regenerados, pero no a partir de una semilla corruptible sino de algo
incorruptible, mediante la palabra de Dios viva y permanente, porque «Toda carne es hierba y todo su
esplendor como flor de hierba: se agosta la hierba y la flor se cae, pero la palabra del Señor permanece
para siempre». Pues esa es la palabra del Evangelio que os anunció.

Salmo: Sal 147, 12-13. 14-15. 19-20
R. Glorifica al Señor, Jerusalén.

Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión.
Que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R.
Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz. R.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos. R.

Aleluya Mc 10, 45
Aleluya, aleluya, aleluya.
El Hijo del hombre ha venido a servir
y dar su vida en rescate por muchos. R.

Evangelio: Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser en, regado
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 10, 32-45

En aquel tiempo, los discípulos iban subiendo por el camino hacía Jerusalén y Jesús iba delante de ellos;
ellos estaban sorprendidos y los que lo seguían tenían miedo. Él tomó aparte otra vez a los Doce y empezó
a decirles lo que le iba a suceder:
-«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes
y a los escribas, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, se burlarán de él, le escupirán, lo
azotarán y lo matarán; y a los tres días resucitará». Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan,
y le dijeron:
-«Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir». Les preguntó:
-«¿Qué queréis que haga por vosotros?». Contestaron:
-«Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda». Jesús replicó:
-«No sabéis lo que pedís, ¿podéis beber el cáliz que yo he de beber, o bautizaros con el bautismo con
que yo me voy a bautizar?». Contestaron:
-«Podemos». Jesús les dijo:
-«El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y seréis bautizados con el bautismo con que yo me voy a
bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mi concederlo, sino que es para
quienes está reservado». Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.
Jesús, llamándolos, les dijo:
-«Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los
oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; y el
que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino
a servir y dar su vida en rescate por muchos»