Lectura del día 26 de Mayo 2020
Lectura del día 26 de Mayo 2020
1ª lectura: Completo mi carrera, y consumo el ministerio que recibí del Señor Jesús
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 20, 17-27
En aquellos días, Pablo, desde Mileto, envió recado a Éfeso para que vivieran los presbíteros de
la Iglesia. Cuando se presentaron, les dijo:
«Vosotros habéis comprobado cómo he procedido con vosotros todo el tiempo que he estado aquí,
desde el día en que puse pie en Asia, sirviendo al Señor con toda humildad, con lagrimas y en medio
de las pruebas que me sobrevinieron por las maquinaciones de los judíos; como no he omitido por
miedo nada de cuanto os pudiera aprovechar predicando y enseñando en público y en privado,
dando solemne testimonio a judíos como a griegos, para que se conviertan a Dios y creyeran en
nuestro Señor Jesús. Y ahora, mirad, me dirijo a Jerusalén, encadenado por el Espíritu, de ciudad en
ciudad, me da testimonio de que me aguardan cadenas y tribulaciones. Pero a mí no me importa la
vida, sino completar mi carrera y consumar el ministerio que recibí del Señor Jesús: ser testigo del
Evangelio de la gracia de Dios.
Y ahora, mirad: sé que ninguno de vosotros, entre quienes he pasado predicando el reino, volverá
a ver mi rostro. Por eso testifico en el día de hoy que estoy limpio de la sangre de todos: pues no
tuve miedo de anunciaros enteramente el plan de Dios».
Salmo: Sal 67, 10-11. 20-21
R. Reyes de la tierra, cantad a Dios.
Derramaste en tu heredad, oh Dios,
una lluvia copiosa,
aliviaste la tierra extenuada;
y tu rebaño habitó en la tierra que tu bondad,
oh Dios, preparó para los pobres. R.
Bendito el Señor cada día,
Dios lleva nuestras cargas,
es nuestra salvación.
Nuestro Dios es un Dios que salva,
el Señor Dios nos hace escapar de la muerte. R.
Aleluya Jn 14, 16
Aleluya, aleluya, aleluya.
Le pediré al Padre que os dé otro Paráclito,
que esté siempre con vosotros. R.
Evangelio: Padre, glorifica a tu Hijo
Lectura del santo Evangelio según san Juan 17, 1-1 1a
En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, dijo Jesús:
«Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique y, por el poder que
tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a todos los que le dado sobre todo carne, dé la
vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado
sobre la tierra, he llevado a cabo la obra que me encomendaste.Y ahora, Padre, glorifícame junto
a ti, con la gloria que yo tenía junto a ti antes que el mundo existiese.
He manifestado tu nombre a los que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los
diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti,
porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido
verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado.
Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, porque son tuyos. Y
todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo,
pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti».