Lectura del día 02 de Mayo 2018 - Encuentro con tu ángel

Lectura del día 02 de Mayo 2018

Lectura del día 02 de Mayo 2018

1ª lectura: Se decidió que subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre esta controversia
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 15, 1-6

En aquellos días, unos que bajaron de Judea se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban
conforme al uso de Moisés, no podían salvarse. Esto provocó un altercado y una violenta discusión
con Pablo y Bernabé; y se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más de entre ellos subieran a Jerusalén
a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre esta controversia. Ello, pues, enviados por la Iglesia provistos
de lo necesario, atravesaron Fenicia y Samaría, contando cómo se convertían los gentiles, con lo que
causaron gran alegría a todos los hermanos. Al llegar a Jerusalén, fueron acogidos por la Iglesia, los
apóstoles y los presbíteros; ellos contaron lo que Dios había hecho con ellos.
Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían abrazado la fe, se levantaron, diciendo:
«Es necesario circuncidarlos y ordenarles que guarden la ley de Moisés». Los apóstoles y los presbíteros
se reunieron a examinar el asunto.

Salmo: Sal 121, 1bc-2. 3-4b. 4c-5
R. Vamos alegres a la casa del Señor.

¡Qué alegría cuando me dijeron: “Vamos a la casa del Señor”!
Ya están pisando nuestro pies tus umbrales, Jerusalén. R.
Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus,
las tribus del Señor. R.
Según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David. R.

Aleluya Jn 15, 4a. 5b
Aleluya, aleluya, aleluya.
Permaneced en mí, y yo en vosotros – dice el Señor -;
el que permanece en mí da fruto abundante. R.

Evangelio: El que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante
Lectura del santo Evangelio según san Juan 15, 1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca,
y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os
he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros,
si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante;
porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el
sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí,
y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discí-
pulos míos»