La Paz de Dios - Encuentro con tu ángel

La Paz de Dios

La Paz de Dios

Una de las partes de la misa que la mayoría de las personas ubica muy bien es cuando el sacerdote nos invita a darnos entre nosotros el saludo de Paz, haciendo referencia al pasaje de San Juan que hoy leímos, y en el que nuestro señor Jesucristo les dice a sus Apóstoles “Mi paz os dejo, mi paz os doy, yo no doy la paz como la da el mundo”. Por esta razón hoy en Encuentro con tu ángel hablaremos de la Paz de Dios.

La Paz de Dios es una pieza clavedentro del Plan de Salvación que Dios diseñó para rescatar al ser humano de su pecado. La Paz de Dios es un concepto que todos los católicos debemos entender en su real profundidad y magnitud, para apropiar esta preciosa promesa de paz que Dios le ofrece a los hombres.

Para entender mejor la paz de Dios, podemos comenzar diciendo lo que no significa la paz de Dios. Y podemos iniciar afirmando que la paz de Dios no es la ausencia de guerra en el mundo. De hecho,nuestro Señor Jesucristo dice en Mateo 24: 6 y 7:Ustedes oirán hablar de guerras y de rumores de guerra… Unas naciones lucharán contra otras y se levantará un reino contra otro reino…

Y esto Dios no lo dice como una amenaza, sino como una resultante de la naturaleza destructiva del ser humano que no tiene a Dios en su corazón, y que por su orgullo y dureza ocasionará toda esta destrucción, pero que al final de cuentas será algo que Dios usará para hacerle ver al hombre su necesidad de él.

La paz de Dios tampoco significa que ya no tendremos conflictos con nuestros familiares y nuestro prójimo. En Mateo 10:34 al 36, Jesucristo dice: No piensen que he venido a traer paz a la tierra; no he venido a traer paz, sino espada. Pues he venido a enfrentar al hombre contra su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra. Cada cual verá a sus familiares volverse enemigos.

Y por supuesto que Dios quiere que haya una armonía entre las familias, pero asegura que cuando alguien se entrega a Él por completo, encontrará, en primer lugar la oposición de sus seres más cercanos, que tratarán de hacerle pensar que no es necesario tanto sacrificio, así como el apóstol Pedro le reconvenía a Jesús que no fuera a Jerusalén a morir en la Cruz.

Y el último aspecto que tampoco simboliza la paz de Dios, es la inmunidad ante los problemas que enfrentamos en nuestra vida, ya sea económicos, de salud, legales, etc. y que no vamos a experimentar temor, duda o incertidumbre ante ellos. Todos sabemos que Dios nos advierte a lo largo de su palabra que en nuestra vida habrá dificultades, y que estas pruebas serán para que podamos ver su poder manifestándose en la debilidad. En la carta de Santiago 1:2 dice: Hermanos, considérense afortunados cuando les toca soportar toda clase de pruebas. Esta puesta a prueba de la fe desarrolla la capacidad de soportar, y la capacidad de soportar debe llegar a ser perfecta, si queremos ser perfectos, completos, sin que nos falte nada.

¿Entonces, si la paz de Dios no es la ausencia de guerras, ni de conflictos familiares, ni la inmunidad ante cualquier circunstancia adversa, qué es la paz de Dios? La paz de Dios es la invitación que nuestro Padre Eterno nos hace para hacer las paces con él.

Todos los seres humanos nacemos enemistados con Dios, porque tenemos una naturaleza rebelde y desobediente a sus mandamientos, por eso debemos hacer las paces con Dios, porque hemos pecado y eso nos separa de él. Por eso existe el sacramento de la reconciliación, porque antes de aceptar a Dios como nuestro salvador somos constituidos enemigos de Dios. Y necesitamos su paz a través de su perdón. Nadie se reconcilia con alguien, si antes no han estado en pleito.

Esta paz que Dios nos ofrece y que no existe en el mundo, es una paz que nosotros no podremos experimentar mientras nuestra conciencia nos amoneste, si nuestra conciencia nos reprende, no tendremos paz con Dios. Nadie puede vivir en paz si desobedece a Dios. Y nosotros no podemos experimentar la paz de Dios sin su perdón, y no podemos experimentar su perdón sin su limpieza.

Si queremos vivir en paz con Dios, si queremos estar listos para morir en paz, en cualquier momento, al saber que nuestras cuentas están en orden, necesitamos el perdón de nuestros pecados, y para tener el perdón de pecados todos debemos dejarnos limpiar por Dios. En primera carta de Juan 1: 9, dice: Pero si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará nuestros pecados y nos limpiará de toda maldad. Aquí podemos ver que para Dios perdonar y limpiar también son sinónimos.

Jesús es el príncipe de Paz, en él hay libertad de las cadenas del pecado. El nos enseña a estar primero en Paz con Dios, que es cuando lo aceptamos como nuestro señor y salvador, cuando entendemos que lo que nos separa de esta Paz con él son nuestros pecados. Luego nos enseña a tener paz con el prójimo, a amarlo como Dios nos ama y nos enseña a tener paz con nosotros mismos. El único perdón que calma la conciencia es el perdón de Dios, porque es un perdón que transforma.

Nosotros no podremos experimentar la Paz de Dios si no hemos experimentado su salvación, su nuevo nacimiento, el invitar a Cristo a sentarse en el trono de nuestra vida, a dejarnos transformar por él. Paz y salvación siempre van juntas. En el evangelio de Lucas 2: 29 y 30, cuando la virgen María y San José llevan a circuncidar a Jesús, y Simeón lo ve, dice: Ahora, Señor, ya puedes dejar que tu servidor muera en paz, como le has dicho.Porque mis ojos han visto tu salvación.O cuando Jesús le dice a la mujer pecadora: Ve en paz, tu fe te ha salvado.

Y esto es una breve reflexión de lo que significa la paz de Dios, ¿y usted querido radioescucha, ha experimentado esta paz? ¿Se siente usted en paz con Dios? ¿O hay algo que le ha impedido reconciliarse con nuestro Padre? Llámenos y comparta con nosotros, La Paz de Dios.